Un préstamo personal te permite disponer de una cantidad de dinero para financiar un proyecto o un gasto inesperado. Esta cantidad luego debe ser devuelta en un plazo determinado. Compara las mejores ofertas de préstamos personales en Credilemon de forma gratuita:
Un préstamo personal es un producto con el cual las instituciones financieras te dan una cantidad de dinero para financiar un proyecto que tengas o un gasto inesperado que haya surgido. Esto se hace con la condición de que devuelvas esa misma cantidad junto con un extra por intereses y, posiblemente, comisiones. El porcentaje de intereses a pagar depende del tipo de préstamo, el estado del mercado o el riesgo que asuma el banco.
Los préstamos tienen un plazo de tiempo en el que debes devolver el dinero (plazo de amortización). Normalmente funciona con cuotas mensuales durante cierta cantidad de meses. Dependiendo del banco, también podrías tener un plazo mínimo para devolver el dinero, es decir, no puedes pagar el préstamo en menos meses que los especificados.
Los documentos que debes presentar para pedir un préstamo pueden variar según la institución, pero los más comunes son los siguientes:
DNI o NIE vigente
Comprobante de ingresos
Informe de Vida Laboral
Justificante de la cuenta donde recibirás el dinero, en caso de que sea diferente a la entidad donde solicitas el préstamo.
También hay que tener en cuenta que hay instituciones que no prestan dinero a personas que estén inscritas en listas de morosidad como ASNEF. Si te encuentras en esta lista, es importante que busques salir de ella antes de solicitar otro préstamo.
Existen préstamos diferentes dependiendo del uso que se le dará al dinero. La diferencia entre los tipos de préstamos suelen estar en la cantidad mínima y máxima que se puede pedir, los intereses que se deben pagar y el plazo de amortización del préstamo.
Es el préstamo personal más básico. Se le puede otorgar a cualquier persona mayor de edad, aunque dependiendo de la institución y el producto podría haber una edad mínima mayor y otros requisitos de solvencia o morosidad. Los intereses y los plazos de pago dependen del importe solicitado.
Son préstamos por un importe muy pequeño, normalmente entre 50€ y 2.000€, que están destinados a hacer frente a pequeños gastos inesperados y que usualmente deben devolverse rápido (pago único en uno o dos meses). Debido a esto, suelen tener un tipo de interés mucho más elevado que otros tipos de préstamos. Las personas registradas en ASNEF normalmente pueden pedir microcréditos y no tiene unos grandes requisitos a nivel de solvencia.
Estos préstamos también son de un importe pequeño -desde 100€ en adelante- y se caracterizan por ser aprobados rápidamente y requerir pocos documentos para su solicitud. También se conceden a personas registradas en ASNEF. Debido a la inmediatez, suelen tener un tipo de interés elevado, aunque algunas instituciones ofrecen intereses del 0% solo a clientes nuevos.
Este tipo de préstamos está orientado al pago de matrículas, compra de material escolar, financiación durante el curso y otros gastos relacionados con los estudios. Suelen ser préstamos con intereses bajos y plazos largos para pagarlos. La cantidad a pedir depende del uso concreto que se le dará a los fondos, pero en general suele ser de 100€ en adelante.
Son préstamos específicos para hacer reformas en el hogar, aunque generalmente se piden para trabajos más pequeños. En el caso de una reforma muy grande, podría ser más conveniente pedir un préstamo tradicional con mejores condiciones para pagarlo a largo plazo.
Estos préstamos se utilizan para financiar la compra de un coche, o para repararlo en caso de que surjan gastos inesperados. Cuando es un préstamo para compra, el importe es mayor y el plazo para pagarlo es más largo. Cuando se trata de reparaciones, puede funcionar similar a un préstamos rápido, ya que las reparaciones de coches suelen ser urgentes.
No hay que confundir un préstamo con una tarjeta o línea de crédito. En el caso del préstamo, el solicitante recibe toda la cantidad en una sola transacción y debe devolverla junto a los intereses. Con una tarjeta de crédito, en cambio, el titular no tiene el dinero a disposición, sino que tiene un límite de lo máximo que puede gastar y luego devuelve la cantidad gastada. Si solo consumió la mitad del límite, devuelve y paga intereses solo por esa mitad. La línea de crédito funciona de forma similar, pero es un producto específico para empresas y emprendimientos.
El primer paso es decidir qué importe necesitas y para qué lo vas a utilizar. Dependiendo de qué tanto o poco requieras te convendrá un tipo de préstamo, ya sea microcrédito o préstamo tradicional.
Una vez sepas qué necesitas, comienza a comparar tipos de interés y plazos de devolución. Las mejores condiciones son un tipo de interés bajo y un plazo para pagarlo más largo, pero eso depende del tipo de préstamo y de la cantidad.
Cuando estés comparando opciones en Credilemon es importante que te preguntes si vas a poder devolver el dinero a tiempo. Tómate un momento para ver tus ingresos y gastos y considerar cuánto puedes permitirte pagar al mes.
Otro aspecto a considerar es si permiten la amortización anticipada, es decir, si puedes pagar el préstamo en menos tiempo para evitar pagar intereses. Usualmente las entidades financieras permiten esta amortización con una penalización para compensar los intereses que estarían perdiendo. La penalización suele ser de poco más del 1% y mucho menor que lo que pagarías en intereses.
De forma similar, comprueba si hay un máximo de tiempo para pagarlo y si es posible solicitar prórrogas o aplazar pagos. Ten en cuenta que las prórrogas o aplazamientos podrían significar pagar una comisión y un aumento del tipo de interés.
Una vez hayas considerado todas estas opciones, elige el préstamo que se ajuste a lo que necesitas y que puedas devolver dentro del plazo establecido, idealmente, sin tener que pedir prórrogas.
Si en algún momento no puedes hacer frente a la cuota mensual, es importante que te comuniques con la entidad financiera y negocies una solución, generalmente en forma de prórroga o aplazamiento. Esto hará que el préstamo sea más caro al final, pero siempre es mejor esto que llegar a situaciones de impago o morosidad.
Si no hablas con ellos, tendrás intereses aún más altos y comisiones por atraso como penalización. Si la situación de demora se extiende por mucho tiempo podrías tener problemas legales o incluso terminar inscrito en ASNEF, lo que limitará tus posibilidades de conseguir otros préstamos en el futuro.